jueves, 27 de enero de 2011

Acerca de las pensiones de retiro en Cuba

Entre no llegar o pasarse.

Toda cultura que se precie de tal tiene como uno de sus principios fundamentales el respeto por sus mayores. Nuestro sistema socialista por su orientación esencialmente humanista no puede dejar de lado el deber de velar por el bienestar de quienes luego de dedicar su vida a trabajar por su país tienen el derecho a retirarse a descansar y disfrutar de todo lo que pudieron construir durante su vida.

Hemos escuchado en las transmisiones televisivas los argumentos sustentatorios del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social para el cambio estratégico de nuestra sociedad, entre ellos la argumentación de que actualmente las aportaciones de los trabajadores llegan a ser un 80% del presupuesto total necesario para cubrir las pensiones de jubilación. Se argumentó también que parte de este problema es que las personas en Cuba suelen vivir un promedio de 15 años después de su retiro laboral. El expositor insistió en fundamentar que el gobierno no puede seguir “subvencionando” estas pensiones con el presupuesto del Estado y que es necesario corregir esta situación.

En principio, concuerdo con la necesidad de ir eliminando aquellos subsidios que benefician tanto al que trabaja como al que no trabaja o al que por diferentes motivos tiene ingresos tales que le permiten llevar un nivel de vida por encima de la media de la población como es el caso de determinados artistas o propietarios de negocios particulares con márgenes de ganancia elevados. El mismo Raúl Castro dijo hace unos días que “muchos cubanos han confundido el socialismo con las gratuidades y subsidios, la igualdad con el igualitarismo, ya que se beneficia a los que trabajan y a aquellos que no lo hacen”. Sin embargo hay casos como el de las pensiones de jubilación que conciernen específicamente a aquellos que han trabajado durante muchos años, ganándose el derecho a una jubilación digna.

Actualmente los trabajadores pueden retirarse a los 65 años, las trabajadoras a los 60 años, y percibir el 60% de sus remuneraciones como pensión de jubilación. Y siendo el promedio de expectativas de vida en Cuba de 75 años, luego de jubilarse la mayoría de los trabajadores tendrá un promedio de diez años de vida en los que percibirá las pensiones de jubilación. Pero aún más importante que el margen de años durante los que gozarán de este beneficio, está el asunto de que las personas que trabajaron hasta la edad de jubilación, no solamente aportaron al fondo de pensiones, aportaron además al país con su trabajo, lo que en términos capitalistas se identifica como la plusvalía. Esta plusvalía de la cual suele apropiarse el empresario inversionista en una economía capitalista, en nuestro sistema pasa a ser administrada por el Estado para revertirla en los servicios y beneficios sociales para la población. Por lo tanto, si el Estado designa parte del presupuesto nacional a cubrir un porcentaje del pago de pensiones de jubilación, no está subsidiando a los jubilados y jubiladas, está retribuyendo parte de lo que recibió de esos trabajos. Y si actualmente es un 20% del total de las pensiones, en mi opinión podría pensarse en ampliar esa retribución y dar a los retirados una pensión mayor que les permita seguir viviendo al menos al nivel del que tenían durante la etapa en que fueron trabajadores activos.

El caso de las pensiones de jubilación no es el caso de los subsidios es un beneficio social ganado con el esfuerzo de muchos años de trabajo y es un derecho de los trabajadores para poder mantener una vida digna y decente luego de su retiro laboral.

Aclaró también Raúl Castro, durante la conclusión del sexto periodo ordinario de la séptima legislatura del parlamento, que: “Nadie debe llamarse a engaño, los Lineamientos señalan el rumbo hacia el futuro socialista, ajustado a las condiciones de Cuba, no al pasado capitalista y neocolonial derrocado por la Revolución”. Pensando en mantenernos dentro de nuestros principios socialistas y siendo fieles a esta declaración, no habría otro camino que distanciarnos de las tendencias de los países capitalistas y de los lineamientos neoliberales del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial en los cuales se está tratando de recortar este derecho de los trabajadores, provocando enfrentamientos como los ocurridos en Francia y Grecia entre otros y amenazan ocurrir en España.

La Habana, enero de 2011.

miércoles, 26 de enero de 2011

Por Cuba, reflexionemos todos.

Cuba vive un momento crítico, se escucha decirlo en todas partes y a todo nivel dentro del país. Lo ha mencionado Fidel Castro en sus reflexiones y en entrevistas otorgadas a los medios. Lo ha reafirmado Raúl durante las discusiones del proyecto de Lineamientos de la Política Económica y Social que se discute en el país. Son necesarios cambios ante los errores cometidos “para hacer sustentable e irreversible el Socialismo en Cuba”. Pero las reflexiones no pueden ser solamente tarea de los líderes, reflexionar es una tarea de todos. Reflexionemos todos.

Urgen realmente giros en las políticas de Estado, en las estructuras económicas, en la organización social. Las altas esferas del partido reconocen su “plena conciencia de los errores cometidos y la necesidad de los Lineamientos que marcan el inicio del camino de la rectificación y la necesaria actualización de nuestro modelo económico socialista” así como la “urgencia de introducir cambios estratégicos en el funcionamiento de la economía”.

Preguntémonos ¿qué pasó? ¿en qué se erró? ¿dónde estuvieron las fallas?

A mediados del siglo pasado Cuba tuvo una generación de grandes héroes que supieron rebelarse contra la injusta situación existente, que supieron organizarse y luchar contra una dictadura tiránica y vencerla para implementar el socialismo en Cuba. Estos fueron los mayores logros y los méritos incuestionables de esa generación a la que debemos la implementación del sistema socialista en Cuba.

Posteriormente a esa gesta ocurre que esa generación de grandes héroes siguió luchando, trabajando y envejeciendo bajo el brillo de sus logros, con una fuerza tal que eclipsó casi totalmente a las generaciones posteriores impidiéndoles asumir sus roles. Actualmente muchos de los hombres de esa histórica generación , que ya andan entre los setenta y ochentaitantos años, siguen copando los puestos directrices en su afán de sacar adelante al país, sin tener en cuenta el relevo histórico necesario. Las tareas que la historia les asignó fueron cumplidas y luego vinieron otras generaciones que debían cumplir las tareas siguientes dentro de la dirección de la revolución y de la administración del país y que lamentablemente, ante el peso de la anterior generación no llegaron a asumir sus funciones a plenitud. Las tareas de consolidación y desarrollo del socialismo continuaron siendo asumidas por los viejos héroes de la revolución.

Dialécticamente, todo aquello que no continúa su proceso de desarrollo da lugar al inicio de un proceso de descomposición, es algo duro pero al mismo tiempo una ley real e inflexible. El socialismo en Cuba no logró nuevos niveles de desarrollo, en parte por las presiones externas, en parte por el triunfalismo de la generación que lo implantó y en parte por la imposibilidad de las generaciones que la sucedieron para lograr llegar a las funciones claves de dirección. Las consecuencias son evidentes y nos vemos obligados a reconocer los errores y a iniciar el camino de la rectificación.

Pero ¿a quiénes toca esta tarea de labrar el camino de las rectificaciones para lograr retomar el impulso necesario para el desarrollo de un socialismo moderno adaptado a las particularidades de Cuba y a los tiempos en que nos está tocando vivir? A mi entender no es ya a nuestros viejos grandes héroes, ellos ya dieron su cuota de esfuerzo. Existe actualmente una buena cantidad de cuadros y profesionales capacitados de generaciones más recientes que no pueden permitirse el ver pasar la historia sin tener una voz cantante y un quehacer actuante. Cuba necesita de nuevas soluciones, nuevas ideas, nuevas y más modernas concepciones que solamente pueden ser planteadas y conducidas por los nuevos hombres y mujeres, formados durante todas estas etapas pasadas. Es imprescindible confiar en estas nuevas generaciones surgidas en medio de estas últimas décadas para la tarea de seguir desarrollando y construyendo un mejor sistema socialista en esta histórica isla. No podemos apelar a la falta de experiencia porque no hay tal, los cuadros de ahora se formaron durante etapas tan duras como el “periodo especial”, han vivido directamente las agresiones del imperialismo norteamericano, se han alegrado de los éxitos logrados y han sufrido con los reveses, conocen las particularidades de esta época, son los hombres y mujeres llamados a asumir el cambio. Tenemos la obligación de confiar en ellos y ellos tienen la obligación de asumir el rol que les corresponde en la dirección del país.

Sin temor a equivocarme y con todo el respeto que he tenido siempre por las personas mayores, todo hombre de más de 65 años o mujer de 60 años tiene la necesidad y la obligación de retirarse con la satisfacción o no de la tarea cumplida o no cumplida. Y esto debe aplicarse a todo nivel y en todos los sectores de la administración pública. Mas allá de esta edad las funciones a cumplir deben ser de asesoría o de consultoría. Alarcón dijo en una elocución mas teórica que práctica: “Es cierto que la generación histórica, la que participó en la lucha que condujo al derrocamiento de Batista y a la instauración del poder revolucionario, se va agotando, va terminando, pero no nos olvidemos que a esa generación le ha sucedido otra que también ha combatido, los jóvenes que pelearon en Angola, en playa Girón, los jóvenes que hoy mismo están cumpliendo misiones, internacinalistas que cumplen misiones muy delicadas en América Latina, en África, en Asia, en cualquier parte del mundo. Es decir, ha habido una continuidad en el espíritu revolucionario inicial, por supuesto, con los cambios inevitables que implica la evolución generacional. Nadie puede pensar o imaginar que los hijos y nietos tengan los mismos gustos o estilos que los padres o abuelos, pero que tengan el mismo patriotismo y convicciones básicas, por supuesto que apostamos por eso”.

¿Qué impide en este momento de cambios el relevo en los roles de dirección? Simplemente nada. Nada lo impide por cuanto las estructuras democráticas que existen en este país permiten tomar conciencia de la necesidad indispensable del relevo histórico y dejar de continuar reeligiendo y designando indefinidamente a nuestras antiguas figuras históricas para dar paso a la elección de nuevos cuadros en los cargos de dirección, desde las bases hasta los más altos niveles de gobierno. Es el momento de optar por el relevo o condenarnos dialécticamente a la autodestrucción.

Por Cuba, reflexionemos todos.

La Habana enero de 2011.


miércoles, 22 de diciembre de 2010

Tronco de Bicicleta

La bicicleta era de hecho impactante, marco totalmente de aluminio de un color azul anodizado muy brillante, amortiguadores delanteros que al margen de su efectividad le daban un aspecto extraordinario, cambios delanteros y posteriores que le daban dieciocho diferentes velocidades, en fin era tan impresionante que no faltaban muchachos que se voltearan a mirarla como suelen volver la mirada hacia alguna chica atractiva que pase a su lado. La idea original había sido simplemente algo que solucionara mi problema de transporte pero entre buscar que fuera además resistente a la corrosión y suficientemente liviana, terminé con esta muy llamativa bicicleta que resultó siendo toda una “niña bonita”.
A donde fuera eran constantes las advertencias de cuidarla y cuidarme mucho porque no sólo podían robármela sino que podrían llegar a darme un golpe para llevársela. Las recomendaciones de tanta gente de no salir con ella por la noche, de no andar por calles poco transitadas y de tantos peligros acechando, me hicieron temer más de la cuenta por la bicicleta en cuestión. Me advirtieron especialmente sobre una forma de robo muy común que consiste en que van dos personas en una sola bicicleta, una de ellas se baja, te da un trancazo y se van llevándose las dos bicicletas y dejándote en el suelo.
Por las calles era frecuente recibir preguntas de muchachos interesados en saber dónde la había comprado, de qué país la había traído, y si tenía interés en venderla. Más de una vez me ofrecieron el doble de lo que me había costado. Otras veces era simplemente gente que volteaba a mirarla y comentaba del llamativo aspecto. Por las noches, la bicicleta no quedaba en el patio como sus demás vulgares congéneres, ¡no!, los vigilantes la introducían bajo techo y bajo llave, al lado del recibidor donde la tenían bien controlada según decían, por temor a que al ser vista desde algún techo vecino alguien se arriesgara a bajar y llevársela. Indudablemente esto me hacía tener especial cuidado ante cualquier sospecha de que alguien pudiera estar pensando en llevársela, de no dejarla sin llave o en lo posible no separarme de ella, al punto de resultar a veces algo incómodo.
Solía yo andar mucho recorriendo La Habana en bicicleta y pasar el día conociendo nuevos lugares pero a mi parecer el ambiente era bastante tranquilo y no representaba ningún problema incluso cuando se me hacía tarde y regresaba ya entrada la noche. Como recién llegado a La Habana recorría largas distancias paseando y me hacía recordar mi historial de pequeñas proezas realizadas en mis días jóvenes, como aquellas aventuras con los muchachos del grupo scout de ir en bicicleta a Ventanilla a unos 25 kilómetros del Callao, o de ir a pie del Callao a Ancón en una caminata de 35 kilómetros, o aquella otra hazaña de ir desde El Callao a Chosica en bicicleta, gran aventura en la que nos metimos diez muchachos, de los cuales llegamos solo ocho y cuatro de ellos tan rezagados que creímos que no iban a llegar nunca. En aquella ocasión el haber llegado en segundo lugar detrás del Chino Wong, levantó mi ego y me hizo gozar de un reconocimeinto que no había tenido antes entre los muchachos del grupo.
Uno de esos días retornando ya de noche precisamente, al parar ante la luz de un semáforo, pararon a mi lado dos bicicletas, en una de ellas iban dos personas y en la otra un solo ciclista que no dejaba de mirar mi bicicleta. Al encender la luz verde alcancé a oír que intercambiaban entre ellos algunos comentarios sobre la bicicleta, pero sin tomarlos realmente en cuenta, salí de prisa por no llegar muy tarde a mi lugar de alojamiento. Casi inmediatamente observé que los ciclistas se acercaban desde atrás por lo que decidí acelerar la marcha aún sin mayor preocupación. Sin embargo los ciclistas me volvieron a alcanzar y ahí sí las cosas cambiaron y mi preocupación fue en aumento. Cuanto yo más aceleraba más insistían en acercárseme en un esfuerzo evidente tanto de ellos como mío. Ya mis piernas empezaron a sentir el esfuerzo de la carrera emprendida y de aquellas aventuras juveniles a la hora actual en que mis piernas habían cumplido ya los 47 años, había una diferencia enorme y a pesar de mi diario entrenamiento recorriendo en promedio unos 15 a 20 kilómetros por día ya sentía que mis fuerzas me resultaban insuficientes. La situación en ese momento era de una carrera no declarada y me sentí obligado a recurrir a alguna argucia en lugar de continuar mis vanos esfuerzos por alejarme de mis perseguidores.
Decidí entonces bajar la marcha y prepararme a voltear en la siguiente esquina para tratar de tomar alguna ventaja por la sorpresa de la maniobra, y salir de dudas de si realmente me estaban persiguiendo o no. En el preciso momento en que me preparaba para la vuelta en la esquina, me da alcance uno de los ciclistas y pasando a mi lado se jacta…!Hey, puro! ¡La bicicleta es un monstruo, pero a mí ningún viejo me va a ganar!
No duden que de todas maneras giré en la esquina ya no por el susto de la persecución, sino por intentar un respiro. Un momento más tarde reinicié mi recorrido, por supuesto que a menor velocidad, aunque mi adrenalina y mis palpitaciones cardiacas no entendieron mucho eso de que había que aminorar la marcha y como si continuara la inesperada competencia siguieron corriendo por buen rato.

Mayo 1999